lunes, 29 de diciembre de 2008

Sin remedio.

Lo irremediable,
quizá lo irremediable sea este tesoro mío,
aquello que volando se disuelve en el cielo
que solo vuelve para ser recuerdo.
Quizá el cúmulo sobre el dorado ladrillo
de un edificio enorme y deslumbrante hecho por el diablo,
de una mágica construcción que solo con un golpe
es el anhelo tan temido de la destrucción.
Y ayer basta, y el hoy basta para ser.
Y los despojos del ayer bastan y el hoy es la eternidad,
es un anhelo más, es la incertidumbre de la calle,
el montón de escombros que barre el viento tranquilo.
Una noche tan clara como irremediable
se vuelve claramente vaga como miles de estrellas.
Hoy tan pálido tiempo me mata la hora, me mata el minuto,
próximos a desvanecer, como un tren a punto de descarrilar.
Muero con la certeza del deseo mío, como muere el presente a cada paso
y el cuerpo se siente embriagado de felicidad.
Así será, así será siempre, dolor irremediable
y las bestialidades únicas presumen el bello ser,
tan imborrable y súbito de su corazón
y lo irremediable se desata con más furia que razón.

Las partes del cielo.

En el aparecer del cielo desarticulado, fragmentado y opaco veo como vuelan,
los pedazos de alas, lo trozos del día ido
y es en este instante donde me veo adormecida,
entre las nubes sedosas y palabras que no llego a pronunciar.
Un deseo profundo acaricia las almas de los hombres que veo
que caminan la sombra hacia todos lados,
todos sus ojos, todos sus rostros tapados.
Ni se ven, ni se oyen, ni se palpan siquiera.
Una voz mayor parece dirigirlos en la penumbra
y casi ni se ven sus semblantes, confusos y pálidos.
Con rumbos tan dispersos en un mundo que les es ajeno,
lo veo en el aparecer de las células en el cielo rosado.
De mi propio cráneo imprescindible, deshabitado,
de un lugar donde la nada cubre a montones.
Donde no prima la libertad ni la gracia,
donde veo que lo que soy yo no es glorioso,
donde lo que soy no refleja el éxito vital.
¿Y dónde podría hallar lo trascendental si no es allá arriba?
Ya no habrá respuestas para mi curiosidad,
ni puertas que se abran a mi paso.
¿Como será mi corazón partido y solitario?
¿Cómo podré redescubrir mi furia perdida entre la gente
y recordar el conocimiento que me revuelque en la verdad?
Si todo parece un cielo partido a rayos.
Una tormenta feroz, interminable, una religión, pisoteada
por inmensos poderes, aniquilada en su raíz.
El cielo promete ser lo que nunca podrá ser,
una vez más siento algo como el cansancio,
de creer, de respetar, de ser fiel
a lo que nunca podré palpar ni podré sentir,
a lo que nunca será en una vida real.
Todo parece cielo de tormenta divina, un cielo de lluvia de mentira,
un cielo de tempestad y de nada como un vacío divino y abismal.
La lluvia quizá podría sentir mi pecho pero él no quiere más
que escuchar la verdad desde el fondo de las cosas sin dios.
Pasea por los jardines de la certeza, intenta regar las hierbas de la verdad
y recostarse en ella, y regocijarse entre los árboles.
En este cielo partido a rayos me parto completa
me hago mil pedazos que volarán por la ciudad.
Si descubro un día que el poder surge dentro,
voy a repartir más rayos hacia todas partes.
Voy a caminar el cielo ensimismada, individual,
buscando el dominio de los demás seres, hallando la acción fuera de mí.
Me voy a convertir en una piedra gigante,
que une las paredes del cielo con las paredes de la cárcel
de todos los incorrectos hombres, pero nunca voy a pensar como un ser completo.
Y sin embargo el cielo pudo disgregarse a partes en las nubes,
y en la tierra basurales donde los hombres huyen de sí mismos,
piensan que son otros, tal como los nombres que todo el tiempo cambian,
ignoran quienes realmente viven y quienes no son más que ilusión
y sus ideas quedan en montones de anhelos, imposibles de realizar,
en oleadas de sueño, en montones de alucinación.
Sus ideas son como el rayo que ha partido el camino
y el cielo fragmentado y roto, el cielo que ya no es uno.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Optimismo.

Caminando por las calles extraje las dudas,
perseguí las huellas y lloré todo lo que pude.
Caminé hasta sentir tanto cansancio
y hasta odiar a todo cuanto encontré a mi paso.
Caminando por las calles sentí el desierto
aunque me encontraba en medio de la urbe.
He convencido a mi mente de que no se desquiciara
he ahogado en una fuerte bebida mis penas.
Recordé todos los mejores momentos,
sobre todo mis años, sobre todo mi infancia.
Temí lo peor, me fui de adentro mío.
Caminando por las calles, rodé
di vueltas, hice medialunas,
estiré los brazos y cerré muy fuerte los ojos.
Pasé por los bares de siempre por los bancos de siempre
vomité las mismas palabras en un papel
y me senté en uno de ellos, palpitante,
saqué mi corazón, lo sacudí todo,
me lo volví a poner al pobre.
Y Luego caminé, caminé hasta el delirio
y caminando supe lo fea que es la ciudad,
lo hipócrita que es la gente, lo destructivo que es
vivir en medio de tanta decadencia.
Caminando por las calles me supe una más
decadente con el resto, mediocre como todos.
Dancé un poco entre las hojas secas, huí lejos.
Y lloré, lloré hasta crear un hondo lago.
Caminando me fui muy lejos, muy lejos,
donde las cosas cambiaban un poco de color,
pero al volver pasé de nuevo por esas calles,
y lo único distinto era que estaba en otro día.



Caja despedida...

Sólo te digo adiós en lo sólido,
sin caer a pedazos, soy templo.
Y si te lo digo es cierto aún,
cierto es, tanto como un árbol.
Sólo lo creen los pastos unánimes,
todos mis nervios lo aceptan,
lo alientan.
Adiós, adiós,
sin pausas, sin rectas,
adiós insoportable migaja de hombre.
¿Por qué te digo adiós y cómo?
Así, adentro de éstas caja palabras,
así amedrentando los cielos,
así orgullosa, intocable, helada.
¡Adiós! ¡Fincillo que penetra mis poros!
Es tan bello decirlo tomándolo en mis manos
si te lo digo es ¡tan bello momento!
Entre la sal blanca y la pureza
de todo lo que no es horizonte.
Si lo hago es con todo el cuerpo
completo, ser tanto despiadado,
porque he sentido al sol tocarme en el alma.
Sólo así podría, ser diminuto,
sólo así podría hacerlo despacio,
sin involucrarme en vacíos,
sólo te digo adiós en lo osado,
lo emotivo, lo sabroso, lo grato,
sin entrar en tu rostro la dejo
sobre el umbral terroso,
terrible caja.

Fuimos.

Hemos sido vientre,
hemos sido.
En días enteros murmurando,
hemos sido capaces,
lo hicimos.
Y dando vueltas, y mareando
los espejos.
Hemos dicho juntos,
hemos gritado,
hemos desaparecido
entre los sueños.
Hemos hecho humo,
hemos brillado
y hemos con delirio
beso apabullado.
Hemos librado el río,
el río infinito.
Hemos sido pobres,
hemos dado.
Hemos sido todo,
hemos crecido
y hemos en la tierra
hallado calma.
Y creo, hoy, que hemos sido
liquidados.
Sin la piel ni las sombras,
de esos hechos,
Hemos de un amor enloquecido,
y hemos padecido
y hemos muerto.

Acorralado.


Este sonido universal que clama por la calle,
se desdibuja de sentido en su oído, le dice ser de extravío,
lo arrincona tan bello, impresionado se arrolla, en medio
del ruido del alba, que día a día circula y parece,
que nada siente ni nada se descubre a su paso.
Pero tan lleno de locura el último tramo sube
y en las alturas es vertiginoso mirar atrás, el terreno a lo lejos, más abajo
se cubre de una niebla espesa y es nostálgico, pero no habla
es mudo es silencioso y discreto y por eso el ser arrollado sigue su paso.
Este sonido que todos parecen escuchar es tan falso, es tan estrepitoso, es tan inexpresivo,
huele a días de tedio y monotonía, huele a muerte.
Huele al dolor que no sabe por qué duele.
Y él se arrolla más y más todo chiquitito y rueda por las calles,
y es nadie que a nadie importa ni inmuta.
Del ruido desesperado de las noches su alma oscurecida luce
una mortal ropa que lo envuelve completo.
El es el templo donde recaen los murmullos que callan
y por encima de él dos almas van de la mano y ríen de él
y todos ríen tanto que están por estallar
y mientras él se juzga y se arrincona, se aleja de lo dado,
lo completo lo hecho lo pensado lo dicho
y vuela y se revuelca en la nada lo más desquiciado posible,
y se muere olvidado por todos, de nada y en la soledad.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Dice que es la vida que dice.

Vida es tan solo una palabra,
y vivir es una palabra, que parece viva
y cielos es una palabra tomada del crepúsculo.
El insomnio es una palabra feroz, incomprensible,
que releo mientras sueño despierta,
mientras veo todo lo que no es.
Y la vida desaparece un instante y se va para ser noche,
una noche silenciosa y lúgubre.
Vida es un dicho porque sí, en el aire,
en lo más incierto de una convicción que frágilmente duda
y vida es lo más recóndito y oculto y mágico.
Se desvelan los aires desastrosos de mi alma,
murmuran, danzan entre la niebla, grises y polvorientos,
son aquellos que tentaron al delirio, son aquellos que amaron,
que ignoraron que vida era sólo eso, una palabra
que pasaron descalzos por la noche ignota y entre los escombros,
que se llenaron tanto de niebla que ya ni se sienten ni se ven,
viven en el aislamiento del cielo donde sobran las noches,
donde el mundo es una inmensa noche agigantada.
Aquellos que mueren estrangulados por un muro,
que son incapaces de traspasar, incapaces de pasar por alto,
y viven donde viven todos los pensamientos que remuerden
y viven en el mal, como un mal sueño en el infierno.
La vida se enciende en llanto al verlos tan pobres,
la vida se apaga lentamente con su barullo
la vida goza silenciosa y recita.
Y desvelada la vida amaga, la vida toca los cuerpos,
la vida anima los cuerpos que se desdicen
y los cuerpos que mienten en su propio contorno
y los cuerpos que se lamentan por vivir
y las almas que acarician el descontento del cielo
y huelen a muerte y desaparecen en la vida.

sábado, 8 de noviembre de 2008

un leve día que se ha ido

Se ha ido el brillo de la vida
y redescubre lo incierta que parece el alma transparente
cuando se desnuda toda bajo la tarde,
cuando la pesadez del día aprieta.
Se han ido las horas, las mejores horas,
y se miran de reojo las próximas y hablan,
al aturdido atardecer que es cero tiempo,
cero acumulado de conocimientos,
cero grados muy altos en el cielo.
Se celebra un poco el sueño apretado,
porque ya no puede volver a ser aun dentro del aire
y aprisionado por el viento y el cielo oscuro,
que lo traspasa poco a poco, se hace horas enteras.
Y los hábitos remotos se han marchado
y esa manera obsesiva, ilusa,
y no cae en la esperanza de ser, ya se ha ido,
como poco a poco se reacomodan las elecciones
como pasan los meses, los años
y como se sienten cada día, espesos,
pesados como plomo, pinchantes como agujas.
Este día es la luz de un bello día que fue
un día que será recordado y que fue recorrido
un leve día con sus horas cortadas.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Tiempo.

Teme que sea una impensada mañana,
que verá la clara luz entrando y la realidad toda,
mas ¡Si! ¡Sabe de reír esta alma! y espera…
Tan a su pesar pero aún espera, lo que debe esperar.
Dentro de muchas horas encontrará verdad,
sólo verdad, sólo un lenguaje cierto,
no tan confuso ni tan desesperado como hoy.
Así como teme ser presa del destino,
como teme enloquecer en el silencio de la jornada,
como tiembla al recordar cuanto costaba
entender que ya no se hace más un pensamiento
cuando se ha agotado, cuando ya no lo quiere el cuerpo.
Tanto, tanto, tanto, tanto ha pensado y unido
las reflexiones bastante en el vértigo
y aún así piensa de nuevo y es otra en las palabras
y nada que ver tiene con la vida real, ni con el día que vive
ni con la clara luz de la mañana.
Repite, sólo repite las ideas mas nobles,
los sueños más profundos que se decide a desear,
pese a que extremo tiempo ha transcurrido
un tiempo tan extenso como el océano,
un tiempo que se abisma en la larga duración, es una vida entera,
un tiempo que solo pretende distenderse
y que solo vive cada día agotado,
vestido en la hora, como despreocupado,
un tiempo que el alma acosa distraído
y oculto en el tiempo un antiguo deseo,
nunca hecho realidad, jamás cumplido
y que viéndose poco exitoso aparece de todos modos. Y huye.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Canto.

Casi tanto canto,
tan hermoso placer,
hermoso y dudoso canto vida.
Este canto que balbucea,
triste este canto.
Afinado y desierto
y expectante.
Está ahí invitándome
a escucharlo,
este canto de horrible
nada tiene.
Es sabroso y sereno,
es admirable,
es al sol, a las nubes,
a los aires.
Al astro.
Es al nítido vuelo
de unas sedosas alas.

¡Qué canto!, ¡Canto con todo!
con el delirio, con amor canto,
canto de coplas,
canto sentido,
canto enserado de palabrería.
Canto que extiende su mano en mis oídos.
Y simple, canto umbroso,
pequeño, inolvidable.

Un mal sentimiento.

Odio
Enorme odio asesino.
Arriba a mí con la ira de un oscuro día
con la sequía de un alma explosiva
y de mis ojos sale el fuego infernal
y por odiarte es que en mí lo malo se desata.
Un monstruo sale, baja del techo,
entre sus manos se puede ver brilloso,
un filo, tambaleante fulgor,
con que dará brumosa cuchillada
justo dentro tu inmundo cuerpo.

Enorme odio tirano,
que de manto abrigo cubre mi cama
no es más que un inútil sentimiento de adversidad.
Escarbo entre las paredes,
y tanto rencor mísero arrincono.
Tanto acumulado en el vientre,
vano odio me prepara mi cómodo lugar en rojos infiernos.
Correspondiente sitio, legítima lección,
Justa para mí, desquiciada.


Esta enormidad negra,
me hace saber que mi alma solo descansará
después de la venganza.
Vano odio, mas… ¡odiado, anhelo
tanto tu sangre!


El hombre culpable.

Qué cansancio se hunde en los párpados,
dolorosos huequillos ya sus ojos,
qué insomnio, que extensa la noche fría,
que pasa lenta y llena de fantasmas.
Se recuesta y piensa que está bien,
que ya hizo todo lo que hacía falta.
Qué más no da su frágil mundo loco,
que su mente revienta pareceres.
Que no estuvo tan bien el día entero,
que su pecho quedó con más heridas,
que sus pasos aún no tambalean,
y sin embargo al erguirse se marea
y se filtra un destino equivocado.
Pobrecillo, herró y no fue inconciente,
pobrecillo, revisa lo que piensa.
Este hombre así, cansado y corroído
se lamenta solo por su existencia.
Sus errores le pisan la cabeza,
no quisiera seguir enloqueciendo
y pensando lo mal que hizo las cosas
pero nada va a volver atrás,
pese a su vano lamento de hombre.
Junta las dos manos sobre su pecho,
espera que bien todo esté apagado
y luego implora a Dios perdón, llorando.

Grieta.

Corre
grieta sombría,
embriagada corre
mi melodía gris
despierta,
un instante despacio,
sólo un instante
y huye como un sueño agotado.
Pasa
grieta absurda,
llena de humo,
corre un fuerte desquicio
al apagarse.
Estos días otros son los sentidos,
como abandonados
de sueño.
Anhelante de suerte
se muere gris
mi grieta helada.
¿Cómo fue?
Siniestra, me ha dejado en suspenso,
ha pensado dejarme.
Ojalá ya no vengas
para arrastrarme a esos mundos,
abril lejano está en pedazos
ahora llora, ahora casi llega a su fin.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Vacío.

La casa en la oscuridad de la tardecita al llegar,
el único espacio para soñar parece cerrarse,
la sola persona para confiar ha mostrado su rostro
y dentro el constructo tenebroso de un bosque
se desmorona absolutamente salvaje
y en las imagenes danzas absurdas hacen
las fieras desaforadas comiéndose otras almas y la mía toda.
Podría haber pensado mejor quizá, meditado,
podría haber frenado, podría haber elegido diferente,
porque lo de hoy es solo una triste canción
que con su letra sabia me corroe los huesos.
Solo eso en el aire, en mis narices,
solo donde termina la orilla y comienza el mar en lo profundo,
solo al doblar la esquina y creer en algo
y al siguiente día darme cuenta que es nada,
nada en mis ojos al cerrarse, nada afuera,
nada moviéndose, nada.
Quizá lo triste sea siempre así,
como algo que se siente vacío pero cada vez
es un tono distinto al menos,
al menos parece otro en las palabras,
parece otro a cada paso, parece diluirse también
y parece posarse en las olas del mar
y desaparecer en la espuma.
Solo lo veo desde la orilla , como se va
como mi pequeña nostalgia se va
y con la noche espantada, bruna y tranquila
y con el espacio como si fuera vano,

solo desaparece silenciosa.

Luna.

En tanto la luna estrepitosa se asoma y habla
a las ventanas y cúpulas dormidas.
Sólo si saben del punto del delirio
de la noche ostentosa entenderán su llamado.
El junio de un color rosado estrecho
dice tanto y aparece tanto desnudo entre la gente.
Vocifera cuanto puede y aúlla como perro
que en la fría estación ve alejarse a su dueño.
Y a los miles de cuerpos dormidos halla.
En el canto enpenumbrado en el cielo,
en las almas que solo sueñan entre la nada,
en las luces más apagadas que una oscura tormenta,
en cada arriba edificado que tan poco observo,
en cada estrella luminosa donde dejo mi cuerpo,
en cada cual donde deposito mis huesos,
cielo habitado por mi triste esqueleto,
que vigila el sueño corriente del letargo.
En tanto se asoma una luna llena brillante
y atraída por la tierra intenta despertarlos.
Quizá los restos hallarán su destino
mejor que el cielo las suaves arenillas y el polvo seco.
En tanto rodaré entre la noche quebrada, repartida
entre los astros como un pequeño revuelo
que azote el espacio lunar con su osamenta.

viernes, 15 de agosto de 2008

Por dónde pasa.

Eso no pasa
por decir tan solo una palabra
que con medir el viento me retraiga,
que con esbozar el odio
me haga caer
en la desesperación
punzante de la ira.
La noche cae
para los que caminan
y van ensimismados
y cantan bajo el puente.
Para los que se besan
y se dan una mano
y muerden furia, y muerte.
Tan solo un momento
espero la paz,
me trae paz pensarte un instante
me apacigua.
Eso pasa porque sí, por un
lobo que baila atemorizante
y por mi cielo que se cae
con un recuerdo
que lo despedaza.
Y sin embargo ahora la existencia,
con un espacio lleno
de divinidad, de furor,
me apaga las luces del alma,
para avisarme que está cerca,
que no llame más,
que no grite más,
que sale del viento su caricia.

Mareas.

Si me animo a ser,
en las grietas de lo alto
del techo sucio
caerá ya la sangre,
y pasaré donde pasa el mar,
donde pasan los hombres
donde todo se pierde.
En un camino
incesante,
si me animo a chocar
y entregarme y salir
y elegir recuerdos
y encapsularlos.

Un sol a mareas
permanente,
y una oleada negra
imposible de sangre
de este techo agrietado,
me mira desde ahí arriba
y finge reír a veces
enturbiada.
Se dijo por ahí
que no podía ser.
Que no salga cuando
la marea es tan alta.
Y yo voy igual
y me está perdiendo.
Con la luz
de un sol a mareas
ando desquiciada.

Locura.

De voz el calor,
un tinte rojo vestido de fantasma.
Goteado el color sobra,
decir sobra
y cae de mí la sangre y resplandece.
Agrietando mancha
mi mente mi vida,
a mí misma,
y se escapa el sentido
y se filtra solo
el miedo de mirarme
en hojas asfixiantes
sin calma
a mi espejismo borroso.
Es que mienten las horas
y es hora de silencio...
Desean si ven
pero yo no puedo atraparme
ni alcanzar
no puedo más
que señalarles
mi invento de alas
mientras miro en él.
Aparecen en este lado
en espacios
en el río apincelado de mi piel
mientras duermo
fantasean nada porque sólo ven.
Y ellos miran
solamente a mi tinte de locura
de rojo de asfixia de piel
violento y solo.

De voces la locura
a palabras,
Palabras que se parecen a cantos.
Don, canción resuelta
como tantos Narraron,
y a una flor amantes
enredaron tan bien.
Enredarán todo uno, vibrantes
empañando su vista
en teatros de bruma
para adentro de nada.
A perseguirme.
Detrás oscilante
errando las cosas, el lamento,
las llamas.
Nada vale, ni la historia
pálida que se hizo
con cada paso día,
tiempo, noche.
Ni el sentido de verme
con un grito a manchas,
más piedra, más ceniza
adicionando
a mí la infinidad
de saberlas ilesas
tanto liberadas
en la ruta
de mi cuerpo señalado,
en el frío de un turbio caminar
de una salida liberada,
mía.


miércoles, 16 de julio de 2008

Te descubro.

Parecieras saber lo que mis ojos buscan
y adentrarte en el hogar
que recuerdo,
parecieras ser todo de mármol
cuando una tarde se despide
amontonada en el horizonte.
Y perder el eje cuando te hablo,
y hacerte preguntas imposibles de responder.
Pareciera que no se sabe nada
de lo que puede pasar.
Y que día a día se ve una mirada,
y que las palabras me hieren,
pero a veces saben bien.
¿Alguien entendería qué se dicen
los que ya no saben cómo encontrarse?
Y a veces parecieras ser, con todo tu rostro,
algo demasiado cercano a la paz
y poder tenerme prisionera,
parecieras ser como un hoyo,
donde se aclara el aire,
como formando algo.
Y entiendo entonces lo que tus ojos
también buscan.

Por entero.

Entereza.
Que sube al universo.
Que corroe las nubes.
Que todo lo abarca.
La totalidad de tu cuerpo
es como el agua
y con ella estremezco
en el frío.
Me deshago, me ahogo
en el agua feroz.
En los párpados,
en los huesos,
en todos lados
inundada e inquieta.
¿Cómo hago así
para remar a la deriva
si no alcanza mi alma?
Nobleza,
con palabras vanas
me digo perdida
y que, en tu mar, ilusa,
siento que mucho soy.
No deseo esperar,
ni temer que cabría la noche
en un hueco pequeño.
No quiero, no ser
ingrata.
No, lo sé y es no
hasta que amanece.

En la madrugada.

Por creer en algunos episodios,
por sentarme tranquila en delirios,
así estoy, solo decepcionada
y vago en abismales y bruscos
y ojerosos círculos y caigo.
Por creerme esos versos que escribo
que una cruda tormenta crearon
el corazón maltrecho se estrelló
y hasta aniquilarme pensó herido.
A veces celebro la mañana
al irme a dormir muerta la noche,
empieza el día y soñándolo
caigo y me arrebata que no estoy.
Parece que sí, durmientes, sabios
son los amantes de las noches,
mi vida es noche, noche, noche
y grandes despilfarros de palabras.
La noche arrasa el tiempo de silencio
y no recuerdo de dónde viene el viento
y me vuela el alma y el sueño no existe,
noche mucha, larga, de los años.
La noche me mira eterna y aúlla.
Vería horizontes que se desdibujan
que son líneas hirientes del cielo,
donde no hay, el hondo abismo abierto luminoso
del paisaje, que inunde mis sentidos.

viernes, 4 de julio de 2008

Ladrona.

Una mujer descansa en su casa, serena,
ella duerme como si nada le importara,
como si nada y si sueña despreocupada
con almohadas que se caen de otros pisos
y la tapan poblando todo su balcón,
es porque es un pálido y cruel remordimiento,
un sueño extraño que le propicia la culpa.
Ella solo quiere soñar su descolgada
siesta en la soledad de su viejo sillón
que deslumbra a los cuadros de verla tan quieta
en la tarde ignota de una más ciudad lúgubre.
Su conducta fue así sin mayores problemas,
en lugares donde va siempre, en las tiendas,
y poco a poco fue dándose más y más
su falta, su costumbre, su constante robo.
Alumbra encima suyo el enredado cuarto
una lámpara muy clara, fina, moderna,
llena de vida adquirida en el tumulto
en la confusión en un gracioso comercio
cuando muerte de un hombre distrajo de pronto
a la gente chusma que andaba por las calles
y la turba necia se acumuló rodeando
al cadáver, con sangre saliendo a montones
y así esta mujer mezclada entre la masa
rebalsada de gentes entre tantos huyó
y se arriesgó al azar, al silencio, al juego,
y para no afrontar su crimen se hizo apuesta.
Una mujer odiada por la ciudad negra
desastrosa mujer a todos decepciona,
pues parece dormida en la siesta pero no
ella nunca duerme, en el silencio trama,
las que serán presas de su ladrona mano,

las próximas presas de su hambre criminal.
Años.

De los años pasados aún mi fragilidad pesa
me pesa la historia de la monotonía
me pesan los pelos de la cabeza mía
el amor pesa.

Descargadas unas pesadas lágrimas
recorren el rostro de delirios
y se posan en uno de los lados
como esperando ser aniquiladas.

Las gotas, gotas de sal, de plomo,
frutos de un tren desconcertado,
ingresan ellas al último vagón
dónde preso aún sigue su marcha.

Perseguida.

Noche larga
alumbra el espacio,
las estrellas.
Carga de la carga
llevada a cuestas,
tu voz en bajada
un muro, un astro
y algo que pretendía servir.
Luego dos ojos vanos
y el misterio
rozando el misterio
robándole dolor a la tarde.
¿Qué alma pudiera encontrarte?
¿Quién estuviera ahí para decírtelo?
Como desesperante el cielo
se nubla de voces,
se llena de tumulto
de cosas y cosas raras.
La extrañeza del ser
vino acá y se posó
despacio en una vivienda.
Quiso vivir, quiso estar
abrirse a los derrotados
y cerró el sol
y apaciguó un poco
tu mirada
y desmembró
un poco en la distancia la ira
que había llegado con su mediocridad
hacia mirarte
para comprenderte,
para odiarte en un solo paso
pero me seguís, en un solo
paso me seguís.

Mientras miro.

Si quisieras callar,
callarías.
Y no estaría de más decir
que es cruel
este pedido de silencio.
Pero en vano te miro
para adentrarme en el aire,
y no puedo defenderme
de la muerte.
Y me llegan los ecos de tu voz,
y los canales en donde todos ríen,
y más y más mentiras.
Y me siento enfurecida,
y toco la mesa,
y el control se pierde.
Si quisieras callar
¿qué pasaría?
¿Y cómo harías si quisieras
ser justo?

mirada.

mirada fija, en un punto brilla
avanza y es fugazmente acorralada
amarrada entre estos hilos enormes
como huesos, duros,
como bocas, ardientes,
corren alrededor cercándola
con una despedida a lo lejos,
con vallas azules
apresada, extrañada
mira de lejos,
el desierto se espanta
de su soledad.
Que canta sola
como una mancha de hollín.
Tan poco libre
que alínea cansada,
verticalmente
a todos los demás.

domingo, 8 de junio de 2008

El mejor murmullo.

Cuando mi alma busca refugio
es en la insondable música,
como mirar hacia abajo de un precipicio

sin sentirlo y poder salir volando
mientras una nube me abraza
murmurándome.
Y cuando escuchando tan profundo
siento que he tocado el suelo,
sé lo que en absoluto creería saber,
sé muy bien la música que me integra,
que me dio certeza de lo bueno,
que me dio la libertad que no poseo
en los días tan grises, ¡tan iguales!
Y le digo que no me abandone,
le que digo que la gente no esté aprisionada
y que pueda ser atrevida y dichosa
y vuelo en esta melodía.
Cuando mi alma necesita lumbre
en los rincones del mundo la halla,
donde puede aplacar la oscuridad sin fin,
el jaleo sin fin de mis jornadas.
Donde puede entender que existe el amor
siempre para nosotros
y es allí dentro del concierto musical;
donde puede entender lo que vendrá
y la ciudad rota, reciclada mil veces
con sus almas odiosas y desesperadas
y los recuerdos asesinos que poco a poco
me van aniquilando.
Donde puedo entender las luces que de noche
vigilan la avenida y los autos apenados
como ángeles que por nuestra cabeza velan
y vuelo en esta melodía que danza
murmurándome, sólo murmurándome.

De nuevo.

Comienza con lo atractivo,
lo manifiesto, lo simple,
lo que está.
Lo que entiende la llama que se enciende
para despacio cocinar la verdura.
Comienza con la tarde,
con la mente clara.
Comienza a ver el centro,
las mañanas
y comienza a leer, leer poesías,
y borrar el descanso de las almas que huyen
y borrar el descenso a la oscuridad.
Comienza por comenzar,
en laberintos, en improbables,
comodidades de la dificultad.
Comienza comenzando funciones,
desatando delirios,
extraña.
Mañana mentirosa y viva, mañana
rodaré entre las hojas,
mañana despertaré en medio del verano.
Y comenzaré como día a día,
de nuevo.

Mi fosa.

Con paciencia escarbo entre la tierra,
saco las impurezas,
con un rastrillo barro las piedrillas
y junto con pala montones
que lejos arrojo con locura
y se va haciendo un pozo divertido.
Pacientemente le coloco moldes
que relleno de tierra y entusiasmada
los desmoldo a orillas de este pozo.
Formas que quedaron en la tierra
adornando esta fosa profunda,
me introduzco cuando es bastante grande
y de testigos mis estatuas de barro
me vigilan.
Antes bien debo acercar la tierra
y poco a poco voy echándomela encima,
con todo el cuerpo ya tapado
bajo mi cabeza terrosa,
también la cubro.
Siento la humedad de la tierra
en mi cuerpo desnudo,
me siento viva.

lunes, 2 de junio de 2008

Su poder.

Sí puede
desde debajo del pliegue del poema
decirme que está vivo.
Y no sé aún
que hay detrás de esos ojos
ni como mirarlo
como un desorientado explorador.
¿Servirá mi conocimiento de los seres?
Ser extraño, muy extraño,
sí puede.
Un ángel, un sagrado
animal representa el espacio,
toda una comunidad de ojos
me mira diciendo
que hoy despertaré en ellos.
Y si puede
sonreírme sin más,
ser libre, hacerme libre,
en la hierba acostaré mi cabeza,
como una bestia dormida entre los árboles.
¿Servirá el olvido y los sueños?
Ser frágil, ser sustento,
sí, yo creo que puede.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Un mar de incoherencias.

Hace, es cierto, hace tanto que existo,
me pierdo entre las épocas más viejas de la historia.
Y es irremediable el refugio en lo sólido
y el experimento en lo concreto y la sangre,
dispuesta siempre a salir.
Ya sé del rincón de las aguas donde bailan los caracoles,
es sólo eso lo necesario cuando en la tarde,
aspiro el aire de lo insoportable,
revivo las situaciones más absurdas, y soy a la vez
cómplice de la misma mentira entre los días,
que me dicen los que me dirigen sin confesarlo
que me dicen los que están decidiendo por mí.
Es cierto hace tanto que he pasado por ese camino
y hace tanto que escucho las voces mediáticas y la indignación
y hace tanto la creciente del mar crece cada vez más.
Pero como los caracoles voy, y a tientas
lentamente como una gota se desliza por el espejo.
Ese espejo que esconde la silueta danzante.
Lentamente se desprende de todo desprecio, y en su caparazón
guarda el valor, para enfrentar la marea.

Lentamente se arrastra.
Nadie va a darle una mano, nadie lo escucha.
Hace las burbujas en la orilla, mueve las antenas,
lo veo desplazado en la arena, lo veo como un escarabajo
al lado de un árbol gigante, subiendo a las piedras,
esas piedras enormes que dan un poco de miedo.
Aspiro el humo, todo humo de la tarde.
En el nombre de los revolucionarios distingo la apariencia
y las prácticas más incoherentes que existen,
se arrastran entre las rocas también a mi encuentro.

Recuerdos...

La ciudad de nieve.

No parece buenos aires tan nevada,
nieve, nieve en las almas frías.
Caen hacia todos lados, se chocan
y en novedoso remolino despertaron
a una comunidad de vivientes.
No parece hoy un día distinto pero sí lo es,
de cúpulas repletas de blanco,
de ventanas de película.
Hoy se desata un poco más el invierno.
Invade lo que no es suyo, lo invade,
viene a decir que esta aquí.
Entre árboles pelados,
los más tristes huequillos urbanos.
La ciudad más triste a veces
se levanta con nieve en la cabeza un día.
Buenos aires dice oh! Qué danza blanca!
Qué bellos copetines!, qué frescura tiene el aire
invernal, la tarde invernal, la tarde sabia
de buenos aires, de buenos sueños,
todo ellos tirados por ahí.
Algunos flotando con el aire
con los copos de nieve, los hacen cálidos,
con las ropas rotas a jirones,
con el correr de las ruedas bien oscuras,
el sagrado centro se dirige
a la vista de la extensa nevada, esta tarde.
Silencios cotidianos, nuevas esperanzas,
sonrisas girando, lo vi, vi a buenos aires nevar en este mundo.
Delivery.

Terminaron de hacer los cafés,
de estar tan atareados, de aparentar
y llego y voy y vengo
todo el tiempo llevándolos.
Para los que como ellos
también trabajan.
Pero siento el esfuerzo
demasiado grande, demasiado infeliz
al correr de las horas.
Me recuesto en el tren
y pienso en libertad
y pienso, solo pienso
en despegar.
Me termino el día vagando, con azúcar
y con un pedido
de auxilio.
Arrogancia, y desigualdad
en el almuerzo.
¿Porqué serán los hombres
tan mezquinos?
¿Por qué se entregarán
por monedas?
Me siento asqueada
de descubrir una vez
que queda tanto tiempo
y tan poco
y solo voy vengo
y voy, y vuelvo a ir.
Todo es igual
todo todo el tiempo,
todas las tardes, todos los días
siempre igual...

En el veneno del centro
hay un resquicio
que se acumula
jugoso, por su vicio infame
pero que da lugar a veces
a otras cosas.
Cuando cruzaba, me daba igual
solo miraba la calle,
al caminar sin rumbo
desesperado y un telón teñido
de negro podía verse bajar y subir.
Y existía al subir
un panorama,
un poco más humano.
Sutilmente ambientado
caluroso, con un saludo
y un color ya no tan conocido.
Diría la calle, el sol,
los negocios,
los hombres que
solamente van.
Que simplemente respiran
preocupados por el infierno.
No me daña el aire
solo el suspiro ahogado
que da el viento
desorientado en las puertas.
Solo el ir y venir vacío ya.
Solo una bandeja
bamboleándose en mis manos
y su pasar lento y ruidoso,
ensimismado.
Un rato roto,
un silencio prolongado,
un malestar hondo y estallado,
sólo por palabras mal dichas
momentos de cansancio
extremo, puro
y un traje sucio y arrugado
y un pedido perdido
y olvidado.

sábado, 19 de abril de 2008

gRanDeS PaLabRaS

Como me parece querer las palabras
y que dios esté a mi lado hablándome quisiera,
como lo mío, lo que nunca se va a ir de mi lado
como este pequeño lugar inquieto.
Como tanto que puedo decir en movimiento,
como las sólidas palabras,
como la magia palabra, la gran letra
en donde todo, absolutamente todo
suena bien.
Como me parece ahondar los días,
percibir el quiebre estrepitoso
que hace la tarde al oscurecer.
Y al estar sentada entre los signos,
sentir esas realidades que transmito,
sentirlas como los huesos que al bailar en el aire
se chocan haciendo un leve ruidillo y son líneas
que dibuja mi cuerpo en el mar que imagino.
Y sentir a todo un mundo en esas palabras
a toda una obligación en el acto,
a todo un murmullo eterno
que el viento acaricia y canta
y tan bello lo hace,
que solo me siento a escucharlo.

viernes, 18 de abril de 2008

Estudiando linguística.

Como el disímil sentido que la derivación
le otorga a las palabras que a cada rato digo
y como la importancia de un rasgo distintivo
le busco la función a la vida que clama
y el sistema que incluye su tiempo despiadado
así como el misterio que encierra una oración
que aún íntegra en segmentos y miembros se fracciona.
Y cada sintagma sólo es algo oscuro
no se sabe qué dice, qué formula o pronuncia,
así busco el valor de todo lo que encuentro,
de todo lo que veo que se cae a pedazos.
Y me pregunto esto, que hago con las palabras
que tiemblan fervorosas en el viento fresco
dichas sin elegancia, impensadas, ignotas,
así como el tamaño de los hondos sonidos,
de los que oposiciones y cualidades digo.
En las noches estudio semántica vital
que puebla mi cabeza de fieros relámpagos,
así como el distinto significado que al lenguaje
le dan los que lo oyen, los que lo dicen, los que lo crean,
así como la importancia de lo suprasegmental,
le busco la función a estas palabras vanas
y creo que no las digo ya, las canto alegre.
Así el discurso aviva las horas de mi vida,
llena el espacio triste que me dejó su ausencia,
llena la madrugada semiótica y fonémica
para dormirme entre supuestos y conjeturas
en el umbral de lenguajes de la semiología.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Si durmiera.

Es que hoy poder quisiera tener el tonto sueño
y de mí se apodere íntegra, absoluta,
se coloque arriba de mi cuerpo colmado
y en sumiso letargo me sumerja completa.
Entregada a la hora de la tarde experta
en juzgar mi demencia y mis torturaciones,
recuerdo que me pasan estos tristes sucesos
cuando en días perros algo pendiente cargo.
El insomnio, el cansancio, las horas numerosas
en que ahogo en intentos mi pena vigilante.
Es que hoy tanta ansia debo sentir
que mis párpados no son capaces de cerrarse
y si durmiendo viven dichosos y aliviados
ellos prefieren vanos velar la noche entera
y en nervios explotar en medio de las sombras
y en sórdidas respuestas caer desesperados.
Es que hoy poder encierro en mi mente incapaz
lo aprisiono con el miedo de que se escape
y huya y pueda ser más que esto que ahora soy,
un despojo de barro ofuscado y ausente
que vaga esperando que la pésima hora
sea como el calmo final del desconsuelo
que me inculcan los látigos del hipócrita amor
complicado y enfermo de un ser desquiciado.
Si durmiera los pálidos se alegrarían tanto
de no verme incolora tiritar junto a ellos.
No verme ya advertirle al viento de la noche
que deba temerme, que pronto lo ahogaría
si no pudiera tener el tonto sueño de una vez.
El día se alegraría y noche más aún, de emoción
sus lágrimas sobre el rocío enormes serían.
Si el tonto sueño llegara ¡cuántos seres, cuántos!
aplaudiríamos con furor tal evento, y en orden
bajo el sueño verdadero ya no amaríamos en vano
nos sentiríamos alegres, seríamos felices.

jueves, 6 de marzo de 2008

Despiértame mientras
avanzo
en la eternidad de los bellos versos
con el orgullo tan hondamente herido.
Con recuerdo, con palos en la mano.
Despiértame de adentro de las hojas
entre las que huelo algo raro
mientras
intento elevarme.
Despiértame y tenme en cuidado,
espíritu testigo,
ponme en mi lugar.
En el lugar dónde brillan las almas
y dónde nadie sufre.

Otra vez.

Otra vez el deseo tan fuerte, tan embriagado de vitalidad
como las cúpulas de los muebles, como las luces cargadas
de tanta claridad en cada cosa que veo
en este ambiente tan igual que el anterior,
como las altas patas punteagudas puestas hacia arriba
extraño los tiempos pero me parece cada vez mejor.
Otra vez se enciende mi cuerpo, se da cuenta enfermo
se ve perforado, estrecho, así se ve.
Y otra vez y otra vez, son oleadas de tarde.
Desde mi asiento oigo la oscuridad de los cuartos.
Otra vez este deseo de ver el orden,
de vivirlo todo con música en las orejas.
El hilo del reloj me traspasa
y me ata a la mesa que sirve de aposento.
Un solo impulso vital. Acunarte, amoldarte,
ser vientre deseo, revolver lo dado
hasta encontrarte, hasta llegar al cielo.
Otra vez siento que me hago fuego y huyo por el aire.

En medio de discursos.

Como el discurso retorcido ante la eternidad,
como las distancias que se hacen hoja,
así sigo diciéndole a mis ojos añosos
que todo estará en algún sitio puesto.
Según corran las agujas del reloj erguido,
más lentas o todas más espaciadas,
no basta con rememorar los movimientos
que tan ingenuo hizo mi corazón.
Tan frágilmente anduvo por los caminos negros
en tiempos que se hallaban imposibles
pero no basta solo con el simple recuerdo,
sería suficiente con hacerlo justo.
Magnánimo discurso, perfectible y recto,
como el hombre normal, ejemplo hombre
que pobrecillo ahora si de tan egoísta
termina su poder, con él perece.
Sin poder escaparse de su cubo sin gracia
sin poder hallar verdad en sus dichos,
patético es que habita en su pequeño mundo
que ya no sabe como describirlo.
Sus ceños ya no piensan en lo que adeudan solo
a tantos que pagarán lo que vendrá,
reflexionan los días poblados de presente
en su lugar que siempre parece espurio.
Aparece el silencio para aplacarlo todo
ocultando el rostro de su ignominia
¡qué hombre!, que refugia lo malvado a su lado
alojando las miserias y absurdos.
Dibujando los gestos con su memoria chata
que animan un teatro de enormidad,
todo orgulloso lo abarca, todo lo hace único
moviendo los hilillos de lo universal.
Según sigan de cualquier tiempo los segundos
mi corazón en ruinas se moverá
tomando el camino en medio de palabras
si se abre paso cayendo en la oscuridad.

viernes, 29 de febrero de 2008

A mano la motosierra

NO SIEMPRE HAY UNA MOTOSIERRA A MANO
CUANDO uno Mas LA NECESITA
ALGUNA VEZ USASTE UN CUCHILLO ELECTRICO ?
ENCABEZA LA LISTA DE INVENTOS DOMESTICOS ,
QUE NUNCA TRIUNFARON....
ESA ES LA VENTAJA DE LA RETAGUARDIA
LA VENTAJA DE no ser DE AVANZADA

EN ESA EPOCA DE MI VIDA ME TILDABAN ,
(SECRETAMENTE CLARO)
DE RETRAZADA
TECNOLOGIA DE PUNTA... NOS JUNTABAMOS FRENTE A LA MESADA
Y COMO SI FUERA UNA MESA DE OPERACIONES
LA NUNCACOJIDA HERMANA DE MI TIO
SACABA EL CUCHILLO ELECTRICO
Y COMO SI SE NECESITASE DE UNA HABILIDAD DESCOMUNAL PARA EJECUTAR EL ACTO
REBANABA CON TANTA IMPOSTURA EL MATAMBRE RELLENO FRIO
( QUE A MI SIEMPRE ME DIO ASQUITO)
DE PE A PA Y LOS LABIOS ,
ESA COSA FUCSIA RUGOSA E IMPRESISA,
LE TEMBLABA PERO POQUITO POQUITO

ES QUE VALORABAN DE SOBREMANERA
UN PLATO "BIEN" PRESENTADO
ELLOS...
NO NOSOTROS
NOSOTROS SIEMPRE FUIMOS FEOS
SI HUBIERA SABIDO DE LO UGLY
Y LO DE KOBAIN Y BROKEN MIRROWS
HUBIERA SIDO AUN MAS NOSOTROS
(O POR LO MENOS MAS TEMPRANAMENTE )
O QUIZA DESDE EL PRINCIPIO

PERO ESO ES LO QUE HACE LA GENTE DE AVANZADA

VISTE ? NO SIEMPRE HAY UNA MOTOSIERRA A MANO
CUANDO UNO MAS LA NECESITA
AUNQUE PUEDE SER QUE EN VERDAD
YO NO ACUSARA LA NECESIDAD DE LA MISMA
PERO ME CONFORMO CON SABER QUE TENIAMOS EL GLORIOSO MOLINILLO
Y AUNQUE MOLER EL CAFE A MANO ES UN ACTO DE FE Y EXTRAVAGANCIA
QUE HOY ME PERMITO
ESE BENDITO BOTON ROJO
SUPO DAR Y RECIBIR VIBRACIONES DE IMPOTENCIA Y ODIO
QUE MAS TARDE HIZO QUE FUERAMOS PUNKYS...

miércoles, 20 de febrero de 2008

Cordero a la venezolana (por América LaCIA)

U na pinza eléctrica descarga 110 voltios en la sien del animal durante unos cinco segundos, suficientes para que quede atontado aproximadamente cinco minutos. La descarga equivale más o menos a la mitad del voltaje que se recibiría si metiéramos los dedos en un enchufe. El matarife desangra el animal pinchándole el cuchillo en el cuello, al lado de la oreja.

P reparación: Sacar el hueso a las piernas de cordero de Dios, sin partirlas para conservar su líquido color negro. Quitar un poco más de carne de las piernas y picarla junto con un higo de la parábola (Lucas 22:29), y una salchicha Antonini Wilson y rehogarla en aceite real español. Sazonar con un poco de sal y añadir harina blanca (si la consigue boliviana, mejor), no sin antes olerla para probarla. Revolver y escopetar: lo que sobre dejarlo para las farcaeda. Agregar leche de arbushto y seguir removiendo hasta que esté espeso con la preciosa sangre del cordero, añadir un huevón (comprar en la ciudad y de paso visitar a Pantaleón y los perros), y seguir removiendo para que se quede bien mezclado y ya no se entienda nada.

Rellenar con esta masa las piernas, sazonar y reservar.

En una cazuela de barro grande, colocar algunos papanatas pelados y un perejil (preferentemente colombiano), con un poco de aceite real español y al fuego, colocar la carne y dorarla un poquito por ambos lados con cuidado de que no quede como cuero de zapatero.

Rociar con vino tinto. Cocer a fuego lento al horno. Servir en valija apropiada para la situación, acompañando con una medialuna de Santa Cruz.

jueves, 14 de febrero de 2008

Con el tiempo.

Tengo el placer de pronunciar y tengo
el placer de remediar las horas
que del tronco salen volando, desvistiendo
la tarde cargada de restos.
Más tarde será el tiempo que descifre
todo mi descubrimiento divino, todo
mi alejamiento de Dios.
Sostendré el saber que me regará el alma
que no supe, que no vi,
al que fui indiferente. Pero puedo hacerlo
y probar el gusto otro de los días
aunque sean de arroz.
Un toque de sabor especial.
Mas pensar y pensar ya lo he dejado,
he dejado todo el bollo de mis razonamientos,
de mis aclaraciones de mi conciencia enredada,
han quedado por allí. Por los lugares.
Allí quedo el amor también,
las esperanzas, y todo lo que he matado
y en todo lo que vanamente he creído.
No importa el contenido de estas palabras
solo que acaricien mi corazón cansado.
Mas ahora que encuentro la vida tan distinta,
ahora que mezclo todo lo que he vivido
que extraña la obtención de ella,
que extraños los recuerdos, sin desgaste
que me persiguen. Que allí también quiero dejarlos.
A punto de entender tantas cosas,
a punto de darme cuanta que nada entiendo,
¡Qué bella!, demasiado bella la montaña
para mí, que casi nada tengo a su lado.
Y remedio como puedo las horas
y las horas que pasan las habito,
pero ya no las pienso, ya no las intento entender.

El lugar mío no lo he encontrado
ni el sueño mayor se ha cumplido
ni pude decir lo mejor que pudiera decir,
queda aún mucho por hacer.

sábado, 9 de febrero de 2008

Caen...

Un átomo,
se me cae un párpado
desnudo.
Terrible distancia de los seres que amo.
Átomo solista,
abrasador, atolladero,
por el puente carretero
va sufriendo faltas,

pidiendo provisiones.
Una molécula,
se me cae la vida,
se me caen los nervios,
el camino hiriendo como las espinas,
las ruedas dolidas como las piedras duras.
Sé decirte cuánto cambiará
tu forma de hablar.
Sé decirte dónde exactamente
caerá mi átomo solitario.
Un electrón,
fogoso y erguido
dirá muchas palabras
maravillosas,
dirá todos los nombres,
uno a uno
que ama profundamente,
solo.
Que ama terriblemente
con su alma,
desnudo.

Pretensiones.

Cada día que pasa dentro mío
túneles de fuego se abren como volcanes
y dejo por donde pase rastros de lava
e imagino grandes y abismales distancias
que me separen de esta tierra infernal.
Cada día que pasa añoro la tranquilidad
del río, de las aves que pasan y vuelan
y son alas como cada día que respiro,
como cada día que tropiezo,
como el día que transcurre como el mar.
Precipitado, vertiginoso, indomable ser,
afuera la quietud, adentro explosiones
cada día que pasa dentro mío
y estimo que mi cuidado se máximo y tierno
de los seres que pasan a mi lado rodando.
Y de los que no pasan también, y siento

que ahí están en algún lugar.
Y cada día solo espero escuchar
montones de música embrigada y alegre,
montones de dulces melodías hermosas
que me acercan a la felicidad como el aire puro
que me brinda su voz en sincero consejo.
Cada día pretende ser un día bueno,
por la luz que baja el sol hasta mis pies

y simplemente lo veo aclararlos despacio
y lentos caminan entre sueños con insistencia.

Vano.

Que cara rara
poema tonto,
no me decís nada...
¡Como un absurdo!
Que espejo inmóvil
poema,
mi feroz alimento.
Anda rodando,
anda estrepitoso,
como un extraño, así,
poema ingenuo
siendo atrevido.
En tu canto repetido
cuando tu letra extrema
tu cansancio,
creés que sos algo.

lunes, 4 de febrero de 2008

Antro.

El antro se dispara hacia lo viejo,
allí dentro los despojos, lo húmedo,
los espejos que velan el tiempo transitado
y el andar resulto de los pasos de un hombre
que pasa y pasa hasta gastar los suelos.
Sus tremendos aullidos acorazan el techo,
se hacen ecos, se pueblan de presente,
esos otros que ve parecen torpes,
esos giros que da parecen muerte.
El fantasma del hombre se atraviesa
de muertes y de aires densos y siniestros.
El antro se va directo hacia lo eterno
cuando este hombre reza silencioso
y sus tremendas mejillas se endurecen
y todo el lugar mismo parece otro.
Y ese otro hombre puebla el antro,
es gracioso y amable, hombre pasado
que atraviesa su ser ensimismado en ruegos
de muertos y de ancestros, de pesares.
Antro negruzco, oscuro tubo,
pasa y no pasa el tiempo dentro tuyo.
Son dos los hombres que te pueblan
diferentes en tiempo y en mente.

miércoles, 30 de enero de 2008

Desencuentro cósmico


Después de crear juntos el universo nos volcamos a la vida terrenal ya sin el amor que nos había impulsado a hacerlo todo y que nos había unido inesperadamente. “Encantamiento cuasi mítico recibimos de las burbujas” dijo mientras tomaba un vaso de soda. Lo peligroso era que se tomaba todo muy a pecho. Miraba el humo del cigarrillo y decía que, a horas de la tarde y en contraste con el verde de los árboles y demás plantas, se veía celeste. Digo peligroso porque siempre imponía aprobación. Si se sonreía por los corpúsculos al sol que flotaban en el aire cuando estábamos en la cama a la mañana, me miraba exigiendo la misma reacción en mí. Era realmente insoportable, pero no podía deshacerme de ella. Tardé meses en saber por qué y cuando terminé por descubrirlo, a través de maquiavélicas maniobras, terminé también la relación tan absorbente que teníamos. En realidad no sé por qué nos separamos, después me arrepentí varias veces, hasta traté de volver, pero ella sabía algo que yo no, ella sabe algo que yo no. Entendió por qué no podíamos estar juntos y yo sólo entendí por qué teníamos que hacerlo. Cuando hablé por última vez con ella me trató de manera tan distante que no puede resistirlo. No pude soportar saber que estaba mejor, o por lo menos más coherente sin mí.

Él provocaba eso en mí. Nunca había sido así, ni lo soy ahora. Me volví totalmente irritante y tan avergonzada. Me volví tan incrédula que la no fe sostenía mi religión, mi estructura. Muchas veces me descubro pensando como antes, desdeñosa hacia todo lo que no fuese desdén. La diferencia es que ahora me molesta y antes era mi bandera.
Arrullo sus criaturas con un amor algo resentido. Creó una semilla cuya sustancia es la reflexión, la máxima reflexión torturadora y también creó en mí a mi hijo Pensamiento. (Este hijo es mi vida pero de alguna manera, aunque me regocijo orgullosa, también reniego de él). No quise compartir lo que iba a nacer, el más grande interés por el universo y el ser, eso es lo que di a luz.



Imagen: Trascendencia divina

Sagrada

En la claridad de la noche
La luna tiene color de anhelo
Soy bienvenida
Por momentos sólo un alma más.
Pero esta es tu tierra
Tus ojos blancos iluminan
Y logran que extrañe la sangre de lo infinito.
Escalera de piedra y luz
Monte oscuro nos penetra.
Me presentaste sin saberlo a los dioses
Nos amparan mientras con pasos de sueño
Y alucinadas risas
Los deseo por ser deseada.

miércoles, 16 de enero de 2008

A Paqui.

Fuerza para sostener el silencio
cuando te miro y no sé más que hacer.
Fuerza por lo que integras,
intento moverte, alma.
Y entera, en barro, está quieta.
Vos que sí eras la más vida.
Te veo en todos los años
habitante de esta siempre casa,
habitante siempre serás
como el polvo que estará en los rincones.
Con mi hoy, alma gris, sé
que tu aliento me sale del lenguaje
y este peso que siento no puedo decírtelo,
no puedo decirte simplemente adiós.
Sé que la fuerza está dentro tuyo
y cuánto que cuesta salir
de entre mis dedos, fuerza entera.
¡Al cielo!, cariño, ¡al cielo!
Como en tus ojos todo dulces
que tantas veces fueron mi sostén.
Sé que la muerte se lleva todo
menos lo que me queda dentro mío,
fuerza con la que me sostengo,
vida perra, rostros despidiendo,
fuerza para no desbordarnos
y si me quedan tus orejas sedosas,
me quedan tus besos, en mí,
me queda todo tu cuerpo entero,
dentro de mi fuerza que pesa,
dentro,
de mi hoy, alma, que mucho pesa.

miércoles, 9 de enero de 2008

Vida de mentira.

Que vida mentira que parece
mediando los rostros de desprecio,
añorando eterno lo humano de barro.
Ahogando mentes inocentes, vida,
revoltosa entre los muertos que piensan,
incinerada de palabras terrosas,
¡Cómo un cadáver, vida!, ¡como un cadáver!
quedarás en las puertas del olvido.
Y sin cautela alguna, sin pudor
serás capaz de anularte, de perderte.
Como aquellos que siendo hombres
medían huesos, medían almas, medían
cuántos rasgos hacían a un criminal.
Que vida mentirosa, ajena, tortura vida,
revolcada en la ciencia y los ocasos
estoy en el andamio de la tierra dichosa
de los juicios severos, de lo inesperado
y todo termina siendo oscuro.
Y mentir, vida, sé y con mentiras vivo.

El reloj.

Me acaba de asustar la media hora,
el péndulo que canta todavía
descoloca las cosas de su sitio
sentencia las horas ajustada cuerda.
Su imponencia un poco me da miedo
su ruido permanente es alocado
pero hermoso, enigmático, oscuro,
es el tiempo, es el paso de los años.
Un péndulo que calmo canta aún
y descoloca las cosas de su sitio.
Me acaba de sobresaltar ese reloj
pero cuanto lo quiero y respeto.
Misterioso refugio de las horas que corren
es como una caja medidora de todo
y la antigüedad, la vigilancia.
Y temo de su color antiguo y pardo.
Y temo de sus romanos números.
Un péndulo que canta todavía
y descoloca las cosas de su sitio.

El hombre nada.

En el alboroto de los negros días
vi subir a alguien a mis espaldas
y me hizo toda de nada
y me lleno de falso peso las entrañas.
Era un hombre
absurdo y prolijo
casi sin nada que hacer.
"Duele tanto", decía
y solo eso que lo reiteraba.
Una vez estuve sentada al sol
de una tardecilla pequeña
en una banqueta en un bello patio
y leyendo las hojas de un diario.
Y fue ahí que me di cuenta
de la nada que tenía dentro
y por qué lo hacía aun no lo sé.
"Duele tanto, tanto",
sí, ya se, hombre no me digas,
represo, inmaduro hombre dolorido,
tengo un poder sobre mi aún
dando vueltas las hojas de mi diario
y preguntándome siempre preguntándome
qué hace que no conozca el fin.
Las partes se unen de los hechos
y creo que ese hombre huyó lejos,
sí, ya sabía, yo solo andaba
y ahora duele un poco aún,
pero no pude evitarlo siquiera
se fue y sigo llena de nada.