miércoles, 10 de noviembre de 2010

Para decir.

Temo de los pasos que persiguen
al hombre solo,
pidiéndole el silencio.
Al imaginar
su cara descarada, su mirada desnuda,
pienso en cuan mísero parece.
A quien dice los noes más fuertes que la noche,
por la libertad, por la creencia de que está completo.
Temo de aquellas sombras que apagan su voz,
quisieran que desaparezca de repente.
Quisieran que ya no sienta, que ya no vierta lágrimas.
Quisieran que su alma no valga nada.
Sola, desperdiciada, quieta
se envuelve
con unas viejas súplicas.
Casi casi calla
¿ya no hay más que decir?
Sí. Mucho, con muchas palabras.

Voces.

Hoy se ha despertado.
Entre la llovizna será, rodando entre las hojas,
sé que hoy,
la pantalla describe, veo lo que no sé,
se traza un recorrido, se separan las letras.

Poco a poco recuerdo
cuando no hubo nada,
un fresco aroma vallado y lejano
una zona prohibida para mí
entregada a manos extrañas.
Ahora me recuesto
en el momento en que percibo la brisa, en que me voy
vuelo por estos aires, me detengo para escuchar
unas voces únicas
que nunca callarán.

Andando.

Un andar renegado parecido a esta noche
donde estallar o morir,
donde pronunciar un dicho más impredecible
pero muy sincero, desde lo profundo.
La verdad y a veces el sentido literal
parecen liberar al alma.
La jornada deja ver la conformidad,
esta realidad, que yace única para uno.
En la que creer, en la que instalarse.
Me siento en este mundo y recorro una hora del pasado,
no existe más que para mí.
Un lugar tan terrible,
una oscuridad más oscura que la que ocurre al cerrar los ojos.
Así no más
el silencio invadiendo lo que no puede
colándose por todos lados.
Este andar estas torres que cercan el sentido
se acorralan por huir del tiempo solamente
y la libertad, y la eternidad
tan cerca de aquí
vendrán en verdad.

Tiempo.

Demasiado rápido todo demasiado rápido,
rememorando los recuerdo que siempre
van yendo como van, siempre partiendo.
Para hacerlos una vez más parte de mi mente astuta,
y de mi corazón de pronto desalmado y sin voz.
Gira el año y gira como lo hace un reloj
con sus lentas agujas, con todo lo cercano.
La zona peligrosa de una región oscura
recorren paso a apaso mis palabras ignotas.
Para decir, para descifrar cuanto pueda decir,
para saber ese mensaje oculto
que habita en tus ojos.

Esa voz que agoto en medio de la noche,
que al parecer me habla, que me desarma,
en partes y más partes. En huesos repetidos y duros,
en un dolor que nunca se va a callar.
Lo haría para ya no caer donde lleva el amor
sólo para dejar de pensar aunque sea un solo segundo
.