miércoles, 12 de marzo de 2008

Si durmiera.

Es que hoy poder quisiera tener el tonto sueño
y de mí se apodere íntegra, absoluta,
se coloque arriba de mi cuerpo colmado
y en sumiso letargo me sumerja completa.
Entregada a la hora de la tarde experta
en juzgar mi demencia y mis torturaciones,
recuerdo que me pasan estos tristes sucesos
cuando en días perros algo pendiente cargo.
El insomnio, el cansancio, las horas numerosas
en que ahogo en intentos mi pena vigilante.
Es que hoy tanta ansia debo sentir
que mis párpados no son capaces de cerrarse
y si durmiendo viven dichosos y aliviados
ellos prefieren vanos velar la noche entera
y en nervios explotar en medio de las sombras
y en sórdidas respuestas caer desesperados.
Es que hoy poder encierro en mi mente incapaz
lo aprisiono con el miedo de que se escape
y huya y pueda ser más que esto que ahora soy,
un despojo de barro ofuscado y ausente
que vaga esperando que la pésima hora
sea como el calmo final del desconsuelo
que me inculcan los látigos del hipócrita amor
complicado y enfermo de un ser desquiciado.
Si durmiera los pálidos se alegrarían tanto
de no verme incolora tiritar junto a ellos.
No verme ya advertirle al viento de la noche
que deba temerme, que pronto lo ahogaría
si no pudiera tener el tonto sueño de una vez.
El día se alegraría y noche más aún, de emoción
sus lágrimas sobre el rocío enormes serían.
Si el tonto sueño llegara ¡cuántos seres, cuántos!
aplaudiríamos con furor tal evento, y en orden
bajo el sueño verdadero ya no amaríamos en vano
nos sentiríamos alegres, seríamos felices.

jueves, 6 de marzo de 2008

Despiértame mientras
avanzo
en la eternidad de los bellos versos
con el orgullo tan hondamente herido.
Con recuerdo, con palos en la mano.
Despiértame de adentro de las hojas
entre las que huelo algo raro
mientras
intento elevarme.
Despiértame y tenme en cuidado,
espíritu testigo,
ponme en mi lugar.
En el lugar dónde brillan las almas
y dónde nadie sufre.

Otra vez.

Otra vez el deseo tan fuerte, tan embriagado de vitalidad
como las cúpulas de los muebles, como las luces cargadas
de tanta claridad en cada cosa que veo
en este ambiente tan igual que el anterior,
como las altas patas punteagudas puestas hacia arriba
extraño los tiempos pero me parece cada vez mejor.
Otra vez se enciende mi cuerpo, se da cuenta enfermo
se ve perforado, estrecho, así se ve.
Y otra vez y otra vez, son oleadas de tarde.
Desde mi asiento oigo la oscuridad de los cuartos.
Otra vez este deseo de ver el orden,
de vivirlo todo con música en las orejas.
El hilo del reloj me traspasa
y me ata a la mesa que sirve de aposento.
Un solo impulso vital. Acunarte, amoldarte,
ser vientre deseo, revolver lo dado
hasta encontrarte, hasta llegar al cielo.
Otra vez siento que me hago fuego y huyo por el aire.

En medio de discursos.

Como el discurso retorcido ante la eternidad,
como las distancias que se hacen hoja,
así sigo diciéndole a mis ojos añosos
que todo estará en algún sitio puesto.
Según corran las agujas del reloj erguido,
más lentas o todas más espaciadas,
no basta con rememorar los movimientos
que tan ingenuo hizo mi corazón.
Tan frágilmente anduvo por los caminos negros
en tiempos que se hallaban imposibles
pero no basta solo con el simple recuerdo,
sería suficiente con hacerlo justo.
Magnánimo discurso, perfectible y recto,
como el hombre normal, ejemplo hombre
que pobrecillo ahora si de tan egoísta
termina su poder, con él perece.
Sin poder escaparse de su cubo sin gracia
sin poder hallar verdad en sus dichos,
patético es que habita en su pequeño mundo
que ya no sabe como describirlo.
Sus ceños ya no piensan en lo que adeudan solo
a tantos que pagarán lo que vendrá,
reflexionan los días poblados de presente
en su lugar que siempre parece espurio.
Aparece el silencio para aplacarlo todo
ocultando el rostro de su ignominia
¡qué hombre!, que refugia lo malvado a su lado
alojando las miserias y absurdos.
Dibujando los gestos con su memoria chata
que animan un teatro de enormidad,
todo orgulloso lo abarca, todo lo hace único
moviendo los hilillos de lo universal.
Según sigan de cualquier tiempo los segundos
mi corazón en ruinas se moverá
tomando el camino en medio de palabras
si se abre paso cayendo en la oscuridad.