miércoles, 7 de mayo de 2008

Un mar de incoherencias.

Hace, es cierto, hace tanto que existo,
me pierdo entre las épocas más viejas de la historia.
Y es irremediable el refugio en lo sólido
y el experimento en lo concreto y la sangre,
dispuesta siempre a salir.
Ya sé del rincón de las aguas donde bailan los caracoles,
es sólo eso lo necesario cuando en la tarde,
aspiro el aire de lo insoportable,
revivo las situaciones más absurdas, y soy a la vez
cómplice de la misma mentira entre los días,
que me dicen los que me dirigen sin confesarlo
que me dicen los que están decidiendo por mí.
Es cierto hace tanto que he pasado por ese camino
y hace tanto que escucho las voces mediáticas y la indignación
y hace tanto la creciente del mar crece cada vez más.
Pero como los caracoles voy, y a tientas
lentamente como una gota se desliza por el espejo.
Ese espejo que esconde la silueta danzante.
Lentamente se desprende de todo desprecio, y en su caparazón
guarda el valor, para enfrentar la marea.

Lentamente se arrastra.
Nadie va a darle una mano, nadie lo escucha.
Hace las burbujas en la orilla, mueve las antenas,
lo veo desplazado en la arena, lo veo como un escarabajo
al lado de un árbol gigante, subiendo a las piedras,
esas piedras enormes que dan un poco de miedo.
Aspiro el humo, todo humo de la tarde.
En el nombre de los revolucionarios distingo la apariencia
y las prácticas más incoherentes que existen,
se arrastran entre las rocas también a mi encuentro.

Recuerdos...

La ciudad de nieve.

No parece buenos aires tan nevada,
nieve, nieve en las almas frías.
Caen hacia todos lados, se chocan
y en novedoso remolino despertaron
a una comunidad de vivientes.
No parece hoy un día distinto pero sí lo es,
de cúpulas repletas de blanco,
de ventanas de película.
Hoy se desata un poco más el invierno.
Invade lo que no es suyo, lo invade,
viene a decir que esta aquí.
Entre árboles pelados,
los más tristes huequillos urbanos.
La ciudad más triste a veces
se levanta con nieve en la cabeza un día.
Buenos aires dice oh! Qué danza blanca!
Qué bellos copetines!, qué frescura tiene el aire
invernal, la tarde invernal, la tarde sabia
de buenos aires, de buenos sueños,
todo ellos tirados por ahí.
Algunos flotando con el aire
con los copos de nieve, los hacen cálidos,
con las ropas rotas a jirones,
con el correr de las ruedas bien oscuras,
el sagrado centro se dirige
a la vista de la extensa nevada, esta tarde.
Silencios cotidianos, nuevas esperanzas,
sonrisas girando, lo vi, vi a buenos aires nevar en este mundo.
Delivery.

Terminaron de hacer los cafés,
de estar tan atareados, de aparentar
y llego y voy y vengo
todo el tiempo llevándolos.
Para los que como ellos
también trabajan.
Pero siento el esfuerzo
demasiado grande, demasiado infeliz
al correr de las horas.
Me recuesto en el tren
y pienso en libertad
y pienso, solo pienso
en despegar.
Me termino el día vagando, con azúcar
y con un pedido
de auxilio.
Arrogancia, y desigualdad
en el almuerzo.
¿Porqué serán los hombres
tan mezquinos?
¿Por qué se entregarán
por monedas?
Me siento asqueada
de descubrir una vez
que queda tanto tiempo
y tan poco
y solo voy vengo
y voy, y vuelvo a ir.
Todo es igual
todo todo el tiempo,
todas las tardes, todos los días
siempre igual...

En el veneno del centro
hay un resquicio
que se acumula
jugoso, por su vicio infame
pero que da lugar a veces
a otras cosas.
Cuando cruzaba, me daba igual
solo miraba la calle,
al caminar sin rumbo
desesperado y un telón teñido
de negro podía verse bajar y subir.
Y existía al subir
un panorama,
un poco más humano.
Sutilmente ambientado
caluroso, con un saludo
y un color ya no tan conocido.
Diría la calle, el sol,
los negocios,
los hombres que
solamente van.
Que simplemente respiran
preocupados por el infierno.
No me daña el aire
solo el suspiro ahogado
que da el viento
desorientado en las puertas.
Solo el ir y venir vacío ya.
Solo una bandeja
bamboleándose en mis manos
y su pasar lento y ruidoso,
ensimismado.
Un rato roto,
un silencio prolongado,
un malestar hondo y estallado,
sólo por palabras mal dichas
momentos de cansancio
extremo, puro
y un traje sucio y arrugado
y un pedido perdido
y olvidado.