miércoles, 27 de agosto de 2008

Vacío.

La casa en la oscuridad de la tardecita al llegar,
el único espacio para soñar parece cerrarse,
la sola persona para confiar ha mostrado su rostro
y dentro el constructo tenebroso de un bosque
se desmorona absolutamente salvaje
y en las imagenes danzas absurdas hacen
las fieras desaforadas comiéndose otras almas y la mía toda.
Podría haber pensado mejor quizá, meditado,
podría haber frenado, podría haber elegido diferente,
porque lo de hoy es solo una triste canción
que con su letra sabia me corroe los huesos.
Solo eso en el aire, en mis narices,
solo donde termina la orilla y comienza el mar en lo profundo,
solo al doblar la esquina y creer en algo
y al siguiente día darme cuenta que es nada,
nada en mis ojos al cerrarse, nada afuera,
nada moviéndose, nada.
Quizá lo triste sea siempre así,
como algo que se siente vacío pero cada vez
es un tono distinto al menos,
al menos parece otro en las palabras,
parece otro a cada paso, parece diluirse también
y parece posarse en las olas del mar
y desaparecer en la espuma.
Solo lo veo desde la orilla , como se va
como mi pequeña nostalgia se va
y con la noche espantada, bruna y tranquila
y con el espacio como si fuera vano,

solo desaparece silenciosa.

Luna.

En tanto la luna estrepitosa se asoma y habla
a las ventanas y cúpulas dormidas.
Sólo si saben del punto del delirio
de la noche ostentosa entenderán su llamado.
El junio de un color rosado estrecho
dice tanto y aparece tanto desnudo entre la gente.
Vocifera cuanto puede y aúlla como perro
que en la fría estación ve alejarse a su dueño.
Y a los miles de cuerpos dormidos halla.
En el canto enpenumbrado en el cielo,
en las almas que solo sueñan entre la nada,
en las luces más apagadas que una oscura tormenta,
en cada arriba edificado que tan poco observo,
en cada estrella luminosa donde dejo mi cuerpo,
en cada cual donde deposito mis huesos,
cielo habitado por mi triste esqueleto,
que vigila el sueño corriente del letargo.
En tanto se asoma una luna llena brillante
y atraída por la tierra intenta despertarlos.
Quizá los restos hallarán su destino
mejor que el cielo las suaves arenillas y el polvo seco.
En tanto rodaré entre la noche quebrada, repartida
entre los astros como un pequeño revuelo
que azote el espacio lunar con su osamenta.

viernes, 15 de agosto de 2008

Por dónde pasa.

Eso no pasa
por decir tan solo una palabra
que con medir el viento me retraiga,
que con esbozar el odio
me haga caer
en la desesperación
punzante de la ira.
La noche cae
para los que caminan
y van ensimismados
y cantan bajo el puente.
Para los que se besan
y se dan una mano
y muerden furia, y muerte.
Tan solo un momento
espero la paz,
me trae paz pensarte un instante
me apacigua.
Eso pasa porque sí, por un
lobo que baila atemorizante
y por mi cielo que se cae
con un recuerdo
que lo despedaza.
Y sin embargo ahora la existencia,
con un espacio lleno
de divinidad, de furor,
me apaga las luces del alma,
para avisarme que está cerca,
que no llame más,
que no grite más,
que sale del viento su caricia.

Mareas.

Si me animo a ser,
en las grietas de lo alto
del techo sucio
caerá ya la sangre,
y pasaré donde pasa el mar,
donde pasan los hombres
donde todo se pierde.
En un camino
incesante,
si me animo a chocar
y entregarme y salir
y elegir recuerdos
y encapsularlos.

Un sol a mareas
permanente,
y una oleada negra
imposible de sangre
de este techo agrietado,
me mira desde ahí arriba
y finge reír a veces
enturbiada.
Se dijo por ahí
que no podía ser.
Que no salga cuando
la marea es tan alta.
Y yo voy igual
y me está perdiendo.
Con la luz
de un sol a mareas
ando desquiciada.

Locura.

De voz el calor,
un tinte rojo vestido de fantasma.
Goteado el color sobra,
decir sobra
y cae de mí la sangre y resplandece.
Agrietando mancha
mi mente mi vida,
a mí misma,
y se escapa el sentido
y se filtra solo
el miedo de mirarme
en hojas asfixiantes
sin calma
a mi espejismo borroso.
Es que mienten las horas
y es hora de silencio...
Desean si ven
pero yo no puedo atraparme
ni alcanzar
no puedo más
que señalarles
mi invento de alas
mientras miro en él.
Aparecen en este lado
en espacios
en el río apincelado de mi piel
mientras duermo
fantasean nada porque sólo ven.
Y ellos miran
solamente a mi tinte de locura
de rojo de asfixia de piel
violento y solo.

De voces la locura
a palabras,
Palabras que se parecen a cantos.
Don, canción resuelta
como tantos Narraron,
y a una flor amantes
enredaron tan bien.
Enredarán todo uno, vibrantes
empañando su vista
en teatros de bruma
para adentro de nada.
A perseguirme.
Detrás oscilante
errando las cosas, el lamento,
las llamas.
Nada vale, ni la historia
pálida que se hizo
con cada paso día,
tiempo, noche.
Ni el sentido de verme
con un grito a manchas,
más piedra, más ceniza
adicionando
a mí la infinidad
de saberlas ilesas
tanto liberadas
en la ruta
de mi cuerpo señalado,
en el frío de un turbio caminar
de una salida liberada,
mía.