viernes, 15 de agosto de 2008

Locura.

De voz el calor,
un tinte rojo vestido de fantasma.
Goteado el color sobra,
decir sobra
y cae de mí la sangre y resplandece.
Agrietando mancha
mi mente mi vida,
a mí misma,
y se escapa el sentido
y se filtra solo
el miedo de mirarme
en hojas asfixiantes
sin calma
a mi espejismo borroso.
Es que mienten las horas
y es hora de silencio...
Desean si ven
pero yo no puedo atraparme
ni alcanzar
no puedo más
que señalarles
mi invento de alas
mientras miro en él.
Aparecen en este lado
en espacios
en el río apincelado de mi piel
mientras duermo
fantasean nada porque sólo ven.
Y ellos miran
solamente a mi tinte de locura
de rojo de asfixia de piel
violento y solo.

De voces la locura
a palabras,
Palabras que se parecen a cantos.
Don, canción resuelta
como tantos Narraron,
y a una flor amantes
enredaron tan bien.
Enredarán todo uno, vibrantes
empañando su vista
en teatros de bruma
para adentro de nada.
A perseguirme.
Detrás oscilante
errando las cosas, el lamento,
las llamas.
Nada vale, ni la historia
pálida que se hizo
con cada paso día,
tiempo, noche.
Ni el sentido de verme
con un grito a manchas,
más piedra, más ceniza
adicionando
a mí la infinidad
de saberlas ilesas
tanto liberadas
en la ruta
de mi cuerpo señalado,
en el frío de un turbio caminar
de una salida liberada,
mía.


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