viernes, 4 de julio de 2008

Ladrona.

Una mujer descansa en su casa, serena,
ella duerme como si nada le importara,
como si nada y si sueña despreocupada
con almohadas que se caen de otros pisos
y la tapan poblando todo su balcón,
es porque es un pálido y cruel remordimiento,
un sueño extraño que le propicia la culpa.
Ella solo quiere soñar su descolgada
siesta en la soledad de su viejo sillón
que deslumbra a los cuadros de verla tan quieta
en la tarde ignota de una más ciudad lúgubre.
Su conducta fue así sin mayores problemas,
en lugares donde va siempre, en las tiendas,
y poco a poco fue dándose más y más
su falta, su costumbre, su constante robo.
Alumbra encima suyo el enredado cuarto
una lámpara muy clara, fina, moderna,
llena de vida adquirida en el tumulto
en la confusión en un gracioso comercio
cuando muerte de un hombre distrajo de pronto
a la gente chusma que andaba por las calles
y la turba necia se acumuló rodeando
al cadáver, con sangre saliendo a montones
y así esta mujer mezclada entre la masa
rebalsada de gentes entre tantos huyó
y se arriesgó al azar, al silencio, al juego,
y para no afrontar su crimen se hizo apuesta.
Una mujer odiada por la ciudad negra
desastrosa mujer a todos decepciona,
pues parece dormida en la siesta pero no
ella nunca duerme, en el silencio trama,
las que serán presas de su ladrona mano,

las próximas presas de su hambre criminal.

1 comentario:

P dijo...

¿Qué es la inspiración? ¿Existe? ¿Tiene algo que ver con la Infinita Paciencia? ¿Why am I really here? ¿Quién es usted? ¿Puedo meterme en su vida?