viernes, 12 de diciembre de 2008

Caja despedida...

Sólo te digo adiós en lo sólido,
sin caer a pedazos, soy templo.
Y si te lo digo es cierto aún,
cierto es, tanto como un árbol.
Sólo lo creen los pastos unánimes,
todos mis nervios lo aceptan,
lo alientan.
Adiós, adiós,
sin pausas, sin rectas,
adiós insoportable migaja de hombre.
¿Por qué te digo adiós y cómo?
Así, adentro de éstas caja palabras,
así amedrentando los cielos,
así orgullosa, intocable, helada.
¡Adiós! ¡Fincillo que penetra mis poros!
Es tan bello decirlo tomándolo en mis manos
si te lo digo es ¡tan bello momento!
Entre la sal blanca y la pureza
de todo lo que no es horizonte.
Si lo hago es con todo el cuerpo
completo, ser tanto despiadado,
porque he sentido al sol tocarme en el alma.
Sólo así podría, ser diminuto,
sólo así podría hacerlo despacio,
sin involucrarme en vacíos,
sólo te digo adiós en lo osado,
lo emotivo, lo sabroso, lo grato,
sin entrar en tu rostro la dejo
sobre el umbral terroso,
terrible caja.

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