martes, 20 de enero de 2009

Las voces pedidas.

Más voces y más voces que huyen en la noche,
a veces tan cercanas, tan exactas, tan décadas,
me dictan unas letras para soñar de a ratos
desde el pasado remoto, desde hace muchos años
dónde puedan oírse, que no sea muy lejos,
estas voces que saben de la eternidad efímera
del espacio que ocupan palabras agotadas
que de noche repito hilando y enredando.
Mas tardíamente ha llegado la hora
si no es que se ha perdido esa hora de mi vida,
no huyan hacia el fango hacia el bosque oscuro
y se adentren entre las ramas de la frondosidad
y sueñen con otoños azules e ilusorios.
Díganme las palabras que desea mi espíritu
y mis vértebras solo a punto de alinearse,
las escucho de noche dormida y complacida
y vana tan vana y tan enmudecida.
Más quiero, más y más, un engrandecimiento
de mi cabeza retorcida de día, temerosa de noche
alienada, extraviada, desperdiciada
una hipócrita calma se extiende tras de mí.
No huyan como lo hace el ratón, como hacen los cobardes,
no me dejen sin palabras, me quedo sin señal,
sin signos que aguarden la congoja encerrada en mi huesos,
del cuerpo hablado es la necesidad, la furia de expresar
este hondo malestar o esta sabia alegría,
un despertar profundo caído entre los hombres, andando
y lamentando lo oído desde antaño, lo dicho y lo mentido.
Espero que estas voces al menos sean dichas,
no sean la mentira la burocracia, la ambición, la corrupción.
Encéfalo tan duro como las paredes que me aislan del mundo

que viste con los trapos su alma fantasmal.
¿Pueden volar a oírse hacia todos lados? ¿Pueden oírme?
¿Pueden ser parte de lo que pronuncio?
No huyan hacia el fondo para esperar más años,
solo denme la posibilidad de salir a andar, de ser libre
y de gritar muchas cosas a este chiflado mundo.


Sin nada.

Más comprensión a las almas deliradas
más ya que no tienen la noción de lo serio
y andan desparramando su locura, sus brazos traviesos se extienden
y sus piernas caminan sin parar
sueños embriagados de placer interminable, interminable
cabeza cargada como un gran aparato funciona sin fin
imágenes, muchas flotando en el aire desaparecido,
disfrutar desaparecido, nociones desaparecidas,
más ilusión tal vez, más ganas
más justicias para las almas que huyen.
Una luz para este camino de la perdición para este rótulo a lo perdido
más conexión, más más urgencias, más piedad.
Cerrando los ojos aprendí a amarte
sin pensar sin vacilar, aprendí a matar la ilusión.
A escucharte más ilesa en la destrucción y más torpe también
a callarme la desesperación.
Los hombres que veo tan impensablemente oscuros
¿Pueden escucharme? ¿sienten mis palabras?
Quizá hacia a la nada, nada hacia el vacío
y del vacío al abismo completo donde se cae mi cordura,
ya no te veo desde allí, el ámbito de la tierra me parece irreal,
solo necesito más comprensión, mayores palabras
mayor consuelo arrancaría la furia y la penuria
del camino cansado que no puede ir hacia ningún lado.

Tarde fuego.

La tarde es un infierno que quedará encendida
más allá de este día por muchísimos más,
los lugares por los que andará, las aguas que querrán apagarla
parecen fantasmales en su destino incierto.
Hoy no vale nada no se puede pensar,
ardientes objetos que emanan calor guardado,
tocándolos se entienden las heridas del cielo.
Qué infernal quemante sofocante este viento
un viento que te trae y no refresca nada,
el alma llama a tus ojos por donde veo la luz natural
que me penetra, que atraviesa mis huesos.
¿Quién me hablará más con el cuerpo, quién me restará?
¿Quién me agotará y me embriagará de felicidad?
Tu ojo sabio y cansado es el lugar de los muertos
donde te veo, donde me hallo desnuda
donde te veo en llamarada, tus ojos que arden bajo tierra
parecen solo parecen, como un hipócrita espejo.
Tal vez el tibio amanecer a punto de incendiarse
me hará verte entre el fuego embadurnada de piedra,
sin ojos como antes, ¿sin alma también?
¡Qué infernal vida! ¡Qué ingrato corazón!
Qué ahogo lo que no puede ser más que ceniza,
lo que vieja, sobre este paso caluroso de las horas
alejándose de la juventud y de los sueños,
mi alma vela y entierra en el sepulcro.