lunes, 4 de febrero de 2008

Antro.

El antro se dispara hacia lo viejo,
allí dentro los despojos, lo húmedo,
los espejos que velan el tiempo transitado
y el andar resulto de los pasos de un hombre
que pasa y pasa hasta gastar los suelos.
Sus tremendos aullidos acorazan el techo,
se hacen ecos, se pueblan de presente,
esos otros que ve parecen torpes,
esos giros que da parecen muerte.
El fantasma del hombre se atraviesa
de muertes y de aires densos y siniestros.
El antro se va directo hacia lo eterno
cuando este hombre reza silencioso
y sus tremendas mejillas se endurecen
y todo el lugar mismo parece otro.
Y ese otro hombre puebla el antro,
es gracioso y amable, hombre pasado
que atraviesa su ser ensimismado en ruegos
de muertos y de ancestros, de pesares.
Antro negruzco, oscuro tubo,
pasa y no pasa el tiempo dentro tuyo.
Son dos los hombres que te pueblan
diferentes en tiempo y en mente.

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