sábado, 27 de septiembre de 2008

Canto.

Casi tanto canto,
tan hermoso placer,
hermoso y dudoso canto vida.
Este canto que balbucea,
triste este canto.
Afinado y desierto
y expectante.
Está ahí invitándome
a escucharlo,
este canto de horrible
nada tiene.
Es sabroso y sereno,
es admirable,
es al sol, a las nubes,
a los aires.
Al astro.
Es al nítido vuelo
de unas sedosas alas.

¡Qué canto!, ¡Canto con todo!
con el delirio, con amor canto,
canto de coplas,
canto sentido,
canto enserado de palabrería.
Canto que extiende su mano en mis oídos.
Y simple, canto umbroso,
pequeño, inolvidable.

Un mal sentimiento.

Odio
Enorme odio asesino.
Arriba a mí con la ira de un oscuro día
con la sequía de un alma explosiva
y de mis ojos sale el fuego infernal
y por odiarte es que en mí lo malo se desata.
Un monstruo sale, baja del techo,
entre sus manos se puede ver brilloso,
un filo, tambaleante fulgor,
con que dará brumosa cuchillada
justo dentro tu inmundo cuerpo.

Enorme odio tirano,
que de manto abrigo cubre mi cama
no es más que un inútil sentimiento de adversidad.
Escarbo entre las paredes,
y tanto rencor mísero arrincono.
Tanto acumulado en el vientre,
vano odio me prepara mi cómodo lugar en rojos infiernos.
Correspondiente sitio, legítima lección,
Justa para mí, desquiciada.


Esta enormidad negra,
me hace saber que mi alma solo descansará
después de la venganza.
Vano odio, mas… ¡odiado, anhelo
tanto tu sangre!


El hombre culpable.

Qué cansancio se hunde en los párpados,
dolorosos huequillos ya sus ojos,
qué insomnio, que extensa la noche fría,
que pasa lenta y llena de fantasmas.
Se recuesta y piensa que está bien,
que ya hizo todo lo que hacía falta.
Qué más no da su frágil mundo loco,
que su mente revienta pareceres.
Que no estuvo tan bien el día entero,
que su pecho quedó con más heridas,
que sus pasos aún no tambalean,
y sin embargo al erguirse se marea
y se filtra un destino equivocado.
Pobrecillo, herró y no fue inconciente,
pobrecillo, revisa lo que piensa.
Este hombre así, cansado y corroído
se lamenta solo por su existencia.
Sus errores le pisan la cabeza,
no quisiera seguir enloqueciendo
y pensando lo mal que hizo las cosas
pero nada va a volver atrás,
pese a su vano lamento de hombre.
Junta las dos manos sobre su pecho,
espera que bien todo esté apagado
y luego implora a Dios perdón, llorando.

Grieta.

Corre
grieta sombría,
embriagada corre
mi melodía gris
despierta,
un instante despacio,
sólo un instante
y huye como un sueño agotado.
Pasa
grieta absurda,
llena de humo,
corre un fuerte desquicio
al apagarse.
Estos días otros son los sentidos,
como abandonados
de sueño.
Anhelante de suerte
se muere gris
mi grieta helada.
¿Cómo fue?
Siniestra, me ha dejado en suspenso,
ha pensado dejarme.
Ojalá ya no vengas
para arrastrarme a esos mundos,
abril lejano está en pedazos
ahora llora, ahora casi llega a su fin.