jueves, 6 de diciembre de 2007

Me duele.

No comprenden las teclas ni el tacto
Cuánto duele.
Ni los espacios del reloj ni los pulsos.
Este dolor mecánico, inmundo, corporal,
Que no deja ni que cierre los ojos.
Como siento tanto, no sé,
No comprenden las tardes, no lo hacen.
Y a su lado, ¡Qué diminutas son mis penas!
Por amar, por ese ser que no me ama.
No comprenden ni vos tampoco comprendes
Porque no sólo es incomprensible lo del alma.
No comprenden como siento el ardor
Y arder quisiera ¡Sí! ¡En el infierno!
No comprenden las células, mi piel,
¡Ah! ¡Sí! Mi propia piel hecha pedazos.
Yo tampoco comprendo es cierto es cierto,
Cuelga desde las nubes desde lo alto,
Hasta mis entrañas muy profundo dentro.
Este dolor perpetuo, enorme, criminal
Que desciende perfecto, verdugo.
Clavado en mí dolorido ser doblado
Bien quisiera ser presa del tren que pasa,
Bien lo deseo aunque este dolor así,
Tan real y macizo no lo comprende nadie.

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