domingo, 8 de abril de 2007

Momento estacionado.

La mañana clara lo dice todo. Acompañan a las casas los lamentos obstinados, y en una región oscura habita mi alma porque acá ya no hay nada más que hacer. El tren pasa, sigue su camino y me aprisiona con su andar lento; todo está poco calmo y ruidoso. Veo mi cigarro consumirse, dejando huellas que no se borrarán. El próximo tren es el mío. Siento el cansancio entre el humo que se despeja y un golpe violento que me da una valija al rozarme. Todos apurados suben, escapando. Yo espero.
Claro que no quiero recordar ciertas cosas, ni siquiera las buenas ahora que todo duele, pero no puedo evitar notar que entre las casas lejanas, el sol se esconde como un grito, y yo con él, entre mis manos pidiendo que se calle.
Qué extraño, cuando en la oscuridad de mi cuarto abismal, se desenvolvía mi encierro diario, entre cantos en la penumbra. Últimamente no veo a la gente, solo de vez en cuando salgo por algunas cosas que comer. Camino y observo inquieta las calles. Por momentos rayo la inconciencia, me evado, me escondo del otoño, lo tiño de silencio. Huyo de mí misma para no esperarlo a él. Es cierto, nada de lo que pensamos pudo darse. Ni nada de lo que dijeron, ni lo que ahora me dicen. Pero como me mantuve todo este tiempo demente aferrada a sus ojos, no imaginé nada de esto, y no lo entiendo todavía.
Recorro la estación con la mirada; una mujer queriendo vender hilos de infelicidad a un hombre hambriento, que no le da bolilla. Todo está signado por la muerte. Un guardia me rodea y me mira, desconfiando; yo lo noto, me mira raro. Quizás es por mi no tan agradable aspecto. Espero que nadie se me acerque.
Observo la confitería de la estación, rotosa, de paredes sucias, toda entera, irguiéndose frente a mí, parece absurda, y exhibe desde sus ventanas abiertas el interior donde parece que alguien canta todo el tiempo.
No cesan tus voces ahora como no cesaban las mías de agobiarme...
Recuerdo, mientras todo este infierno se hace más denso al paso de la tarde, y clavándose en mí sus ojos, sus ojos arden y murmuran.
Un murmullo que no puedo apagar.
Estoy enloquecida. No pude entender su tormento, retorcido en la noche, su diálogo con el viento, mientras escondía la cara avergonzado, alucinado, repitiendo aquello que le dictaba el alba, y luego continuaba durmiendo. Miro a los que esperan conmigo el tren, tan quietos, nadie como él.
Qué encierro y que calma el día, yo no espero nada en realidad, solo quisiera tenerlo conmigo; ahora por lo menos alguien puede escucharme. El delirio asiente frustrado a mis palabras, temo que me desarme, que se encienda demasiado. Trato de controlarme.
Parece tarde para arrepentirme, me dejé envolver por su presencia, por su mundo. ¿Qué puedo hacer si está dentro mío? ¿Por qué fue tan hostil? ¿Por qué se atormentaba?
Su imagen se me aparece muy clara, su rostro amado y odiado, su mirada intensa, cuando se inclinaba a escucharlos creo que aún lo quería más. Me hirió, me destruyó. Y lo veo ahora acercarse y sentarse a mí lado.
¿Con quién hablás?
Sonríe y yo también sonrío. Está acá. Nunca se fue.
Mi único desahogo es este ahora que la tormenta no para porque se instaló para siempre desde ese atardecer de furia en el que él desapareció entre la bruma. Hablaba, no a mí pero hablaba, y pude entender que finalmente ya estaba todo dicho. Y mi mente lo repite ahora hasta la eternidad siguiéndome a cualquier parte.
Le diría que vuelva que no se engañe, que no me engañe, que estemos solos por un rato.
La columna de la estación se está transformando en la pared sumisa de nuestro cuarto, nuestro pequeño teatro que construimos para el resto.
El guardia se acerca más y más, posa la vista en mi persona constantemente ya sin disimularlo.
Descubro con horror, con nostalgia, con mi arremolinada mente perdida que no pude descifrar el augurio, ¿como pude querer salvarlo de aquellas palabras?
Las voces imponentes, que a veces le hacían parecer tan gracioso, sobre todo cuando jugaba concentrado con su pelo. En esta estación desierta, es raro, porque parece que hay alguien , es terrible, hay alguien más, y creo que dentro de la confitería. No es el guardia ni esa mujer extraña, que ahora se acerca para ofrecerme sus hilos y a la que le esquivo la mirada.
Deshaciéndome, turbándome estoy dudando si están o no en la estación, pero las columnas una vez más vuelven a ser lo que eran. Y la voz recóndita, ahora mi voz recóndita asiente. Veo que aparece el tren a lo lejos, maquinal, infernal. Invade todo con su mundo de vías, con sus sórdidos vagones avanza cargado de locura.
La vendedora camina cerca de mí, camina sola por alrededor, parece que desvaría. Suspiro. Está cerca de las vías y pienso que es probable que caiga. Pero no hago nada, yo no quisiera involucrarme con nada.
¿Te acordás de las tardes que fueron nuestras? Como hicimos los momentos eternos cuando nadie gritaba? ¿por qué ya no estás? ¿Por qué pudo más una voz, una voz triste y lejana?
Cierro los ojos y escucho. Con frecuencia lo que oigo es su voz. Caen mis lágrimas vanas.
¿Cuando vendrá este tren desquiciado?¿cuando comprenderé lo que dice?
Odio esta estación insoportable, odio al guardia que no deja de molestarme.
Ahí viene el tren, ya llega. La mujer sigue rondando las vías. Ya sé que no puedo decir nada más que este discurso patético. Nada más que escuchar. ¿Es él el que me mira desde la ventana del bar? Mejor subo, y ya. Pero ¡¡¡no!!! ¿¡esa mujer!? El guardia se distrae ahora retando a unos jóvenes que se están durmiendo en la estación. Se va a tirar...ya no me quedan dudas, creo que voy a detenerla.


Juja

4 comentarios:

Anónimo dijo...

yo la hubiese dejado caer jajjaja no mentira jjeje... por suerte esos pensamientos y sensaciones desaparecieron con el tiempo, ¿no? Te quiero mucho!! ¡¡¡¡A seguir "posteando" !!!!(¡cómo aprendo! eh? jaja) Beso

Emiliano Ruiz Díaz dijo...

Esto ya lo leí, siempre lo recordé desde aquella vez en la biblio de puán. La diferencia es que ahora me pareció mucho mejor que aquella vez. Está bueno, es oscuro pero no pesimista. Y sigue siendo oscuro, creo que es penumbroso...
Saludos !!

Anónimo dijo...

Muy bueno,... interesante aunquee obscuro sombrio... yo que se no se dar criticas literarias...juajua me gusto mucho. buena idea la de la pag. besos giGANTES Y CORDOBESES. IUJU

Anónimo dijo...

que sorpresa juja querida!
cuanto mundo en un envase tan pequeñito...
cariños ...in.